Se estima, que los edificios situados en la exposición, fueron construidos durante el gran asedio a Gibraltar que comenzó en el 1704, convirtiéndose en los primeros construidos por los británicos en el Peñón. Originalmente se cree que fueron edificados como almacenes para guardar munición y se conoce el lugar como los almacenes de Willis, nombre de un Oficial de la Artillería Real, que aparentemente actuó y prestó sus servicios de una forma ejemplar durante el asedio a Gibraltar.
Los dos almacenes de paredes muy gruesas a prueba de bombas, se utilizaron para almacenar pólvora, y las entradas a estas, dando la espalda a España, país enemigo en ese momento. El patio en el centro se utilizaba como campo de tiro en el que se apilaban las bolas de cañón en existencia. El edificio más pequeño en el patio central, probablemente se utilizaba como alojamiento para soldados guardianes de los almacenes. Más adelante, se construyó un almacén nuevo y moderno llamado la Batería de Willi’s y el antiguo se entregó a los ingenieros reales para otros usos.
Saliendo de la exposición, a unos 50 metros, subiendo por el camino, nos encontramos con un antiguo horno de cal que se utilizaba para calentar centenares de bolas de cañón hasta que estuvieran rojas y ardiendo (las llamaban patatas asadas). Una vez listas, se transportaban nuevamente a las baterías, ubicadas más arriba, por medio de carretillas llenas de arena.
Mientras visita la exposición de La Ciudad Bajo el Asedio, uno de los aspectos más singulares e intrigantes, son las numerosas pinturas y grabados que se encuentran en las paredes de los edificios. Se entiende que, durante el asedio, en tiempos de tranquilidad y largamente aburridos, los soldados del destacamento se dedicaban a pintar y grabar en las paredes, más aun, siendo una pena de muerte, el quedarse dormido durante la guardia.
Entre los numerosos grabados, hay dos de ellos, que particularmente destacan del resto. El más antiguo bajo el nombre de Richard que data del 1726 y un dibujo de un galeón junto al nombre de "Ince" -¿Quizás lo pintó el famoso Sargento Mayor Ince, el arquitecto de los Túneles del gran Asedio?
Las condiciones del asedio, que comprendía, la mezcla de convivencia, tensión, aburrimiento, ira y alcohol, tenía como consecuencia una disciplina muy estricta, con objeto de mantener la ley y el orden. Los castigos eran muy severos y una de las formas más comunes, era el azote mediante el látigo llamado “el gato de nueve colas”.
Aún así, hay casos que demuestran que incluso teniendo como castigo la flagelación severa, ésta no era suficientemente disuasoria para no continuar cometiendo crímenes. Un batería del regimiento, que más tarde se convirtió en uno de los fusileros de Lancashire, alcanzó la fama como el hombre más azotado del ejército británico. En sus primeros 14 años de servicio recibió 30.000 latigazos, de los cuales 4.000 fueron administrados en el primer año.
En el tiempo del Gran Asedio, el General Eliott prohibió a sus soldados que empolvaran el pelo con harina para conservar las existencias. Para dar ejemplo a los demás, sobrevivió durante una semana con cuatro onzas de arroz al día. Esto se debía a los precios extremadamente altos que se pagaba incluso por alimentos de baja calidad y poca cantidad, generando que barcos norteafricanos harían todo lo posible para hacer contrabando de suministros, navegando a través de las líneas enemigas.
Una col podía costar al equivalente de dos días y medio de paga de un soldado, mientras que la cabeza y los pies de una oveja se vendían por más de tres semanas del salario. Siendo unos tiempos muy duros, los civiles a menudo sobrevivían con poco más que hierba, algas y cebollas silvestres.
A causa de una dieta extremadamente deficiente, vivir confinados en condiciones insalubres, durante largos períodos de tiempo, era inevitable que finalmente las enfermedades arraigaran, como la fiebre amarilla, viruela, gripe, escorbuto y la disentería que cobraron la vida de muchos. La viruela, por sí sola, había matado a más de 500 personas con la mayor tasa de mortalidad entre los niños. Las estadísticas registradas por los militares, muestra claramente que las enfermedades eran mucho más peligrosas que las bolas de cañón de los enemigos.
La exposición de La Ciudad Bajo el Asedio, de gran valor histórico, representa escenas de cómo vivió la población civil y militar durante esos tiempos difíciles. Relatan las historias pintorescas transmitidas a través de generaciones de cómo los primeros colonos británicos de Gibraltar tuvieron que lidiar durante esa época. El hambre, la enfermedad y el bombardeo de los enemigos formaba parte de su vida cotidiana.
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